saltar al contenido
  • Miami
  • Barcelona
  • Caracas
  • Habana
  • Buenos Aires
  • Mexico

Puede 2021

ME INTERPONGO Y OTROS POEMAS. Nicaso Urbina

Me interpongo

A Alvarito Conrado,

el joven de 15 años que murió asesinado por la dictadura Ortega-Murillo.

Llevo el agua, en mis piernas

el agua, no es la lluvia,

es el grito ensordecido del lamento,

es el agua,

es el desierto de la vida y de la muerte,

Es el grito en la mochila

y el zapato.

Ella me ama, pero yo

deseo el agua.

Gritan todos, gritan

sin saber cuál es el tiempo.

Muertos, muertos, muertos…

Aquí no ha muerto nadie.

Todos hemos vivido en el silencio.

Es solo una vocación la que te espera,

un amasijo de músculos timbrantes,

el bíceps y el hipotálamo

se confunden,

y siempre hay un alma que los tienta.

Esta es fácil correría,

orgías de leyes me condenan.

La moto que me lleva me tortura,

me repele el ruido, la caricia, el firmamento.

No soy yo, sino mi sombra.

Agua, agua, agua…

Me duele la señora y sus anillos,

la médula espinal de la tortura,

la rótula, el árbol de hojalata,

y la estúpida función del organismo.

Heme aquí, al final de este

pasillo indefinido,

luchando por mis lagos y volcanes,

por la tierra que nos quitan,

la tortilla y el frijol complementario.

Me duele respirar y me interpongo.

Cincinnati, junio 2020

Declaración de parte

 

Aquí dejo mi corazón

en esta calle sucia y calurosa

donde la ceiba crecerá un día

entre los basureros y las motosierras.

Aquí dejo también mi bandera

la he cargado en hombros

muchos años

está como ven muy maltratada

escapó al fuego en el tranque

de Diriamba

y me salvó de una bala en

la universidad

Quisiera dejarles mis manos

pero las perdí en la cárcel sin razón

una fue triturada con macana

cada huesito partido por la mitad

la otra la cercenó por completo

una cutacha

dicen que se precisan muchas manos

para soñar el futuro

La esperanza no la dejo

esa la llevo conmigo

hacia donde sea que vaya

en la cajuela de esta pick-up

enredado con muchos otros

cuerpos de amigos que también

querían conocer la claridad

Cincinnati, noviembre 2020

Proliferan

Han caído por aquí unas semillas

que se visten de castigo,

se pasean orondas por el mundo,

hablan voces de caminos,

estilan modas portentosas,

y en algunas situaciones

muestran sus manos dormidas.

Sin saberlo, casi sin sentirlo,

se han llenado de dolores,

sus cuerpos se han poblado

de seres adversarios

que rompen poco a poco sus sentidos.

Van muriendo los amigos, aquellos

que han quedado pierden suavemente

la estampida.

En una esquina de la ciudad

un ser que se creía se contagia.

Nada detiene al monstruo en

su consigna.

Faltan cardos para esta lágrima pujante

y sin embargo,

en otra conjunción del mundo

viven indiferentes los incendios.

Casas enteras han sido aniquiladas,

faltan arcabuces en la trinchera,

jóvenes inadvertidos caen mutilados,

niños, proxenetas, escritoras.

La tribu que nos diezma no lo sabe,

actúa bajo el cargo de un infiel,

perdemos corazones, obras,

sinfonías, caminatas solitarias,

cruciformes.

A ninguno de mis amigos veré más.

Tarde o temprano todos caeremos,

la lanza o el puñal terminará con la carne,

y en un camastro de hospital,

flaco e infestado,

con los ojos perdido en la hoguera

morirán los más fuertes guerrilleros.

Cayeron unas semillas en el camino.

Volver

Después de caminar el infinito

y ver los mares de otras tierras y otro sol,

he de volver a mi terruño y a mi era

he de entrar de nuevo en mi matriz.

Ver el mundo por el cielo y las estrellas,

caminar por los senderos de la luz,

tropezar en los desiertos y en la selva

y volver al barrio y al hogar.

He ahí la historia de los hombres,

viajeros incansables de la luz

que algún día se miran extrañados,

se buscan el carné y el pasaporte

indagan el precio del boleto de regreso

y dejan la mochila en la estación.

Cincinnati, diciembre 2003

Todos los poemas pertenecen al libro inédito Empezó a llover en abril de Nicasio Urbina

© All rights reserved Nicasio Urbina

Nicasio Urbina Escritor, catedrático y crítico nicaragüense. Nació en Buenos Aires, Argentina en 1958. Catedrático de la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns, desde 1990 hasta 2004, donde fue jefe del Departamento de Español y Portugués. Actualmente es catedrático de literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati, donde es director de estudios de posgrado. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas (cuento, 1991), La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992). Ganó el Premio Nacional Rubén Darío 1995 con un libro titulado La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996). Sintaxis de un signo (poesía, 1995, 2000), El ojo del cielo perdido (cuento, 1999), Viajemas (poesía, 2009), Caminar es malo para la salud (cuento, 2011). Su Poesía reunida 1984-2014 ha sido publicada en México y en España. Ha publicado más de 100 artículos críticos en revistas especializadas y ha dictado 120 conferencias académicas.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.