Sobre llovido mojado: actividad apícola en el poniente de Bacalar, Quintana Roo tras el paso de las tormentas tropicales

Foto: Kabi Habin

Por Amalia Gracia[1]

A las afectaciones por la pandemia  que experimentan de manera más intensa las campesinas y los campesinos, las trabajadores y los trabajadores de las economías populares y social-solidaria se vienen a sumar otras perturbaciones que, aunque de carácter abrupto, responden a problemas endémicos derivados de modelos de desarrollo de máxima explotación de las personas, la tierra y los demás bienes comunes.

Tras las intensas lluvias ocurridas por el paso de las tormentas tropicales “Cristóbal” y “Amanda” y siempre que el pésimo estado de los caminos rurales les permite el acceso, los socios y autoridades de la cooperativa Kabi Habin (miel del árbol de habin), conformada por unos 170 socios –campesinos mayas de unas 27 comunidades del poniente del municipio de Bacalar, Quintana Roo–, van constando que han perdido la mayoría de sus abejas  e incluso todas,  lo cual constituye un duro golpe a sus medios de sustento familiar así como a todo el trabajo de re-producción de la vida humana y no humana vinculado a la actividad apícola.

El poniente de Bacalar es una región conformada por más de una veintena de comunidades campesinas mayas yucatecas, las cuales comenzaron a habitar la zona hace ya 50 años. Como suele ocurrir con grupos que migran hacia otros espacios en busca de una oportunidad para desenvolver su vida, las personas y grupos familiares que iniciaron el poblamiento del poniente de Bacalar llevaban consigo su forma de ver el mundo, sus prácticas y creencias tradicionales, en una palabra, su cultura. Actualmente, la microrregión es reconocida por ser una de las principales zonas de producción de miel orgánica certificada (libre de productos químicos) en la península de Yucatán.

La exportación de miel orgánica es producto de un proceso asociativo de autogestión generado hace unos veinticinco años. Esta actividad, basada principalmente en el trabajo familiar tradicional, se ha convertido en una de las principales fuentes de ingreso de las familias, complementado a veces con actividades de jornales rurales o magros sueldos recibidos en las zonas de actividad turística del estado. A pesar de varias contingencias –huracanes, incendios e inclemencias sociopolíticas– las personas integrantes de la cooperativa Kabi Habin continúan abocadas en construir un centro de acopio con las condiciones necesarias así como en encontrar alternativas de comercialización local y en redes de comercio solidario.

Si bien el impacto de estas manifestaciones de cambio climático no ha golpeado las viviendas de las familias –como en el caso de comunidades del municipio de Hopelchén en la región de los Chenes,  Campeche o en San Fernando al sur de Yucatán–, se repiten las imágenes de apiarios totalmente inundados, con algunas abejas restantes aferradas a sus colmenas, lo cual, desde la cosmovisión maya, no sólo genera una gran incertidumbre económica sino que se acompaña de una mirada compasiva hacia las abejitas que “hacen la lucha por sobrevivir, como nosotros”.

Aun cuando el 15 de junio salió publicada en el DOF la declaración de emergencia climática para los municipios del sur y centro del estado de Quintana Roo (http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5594968&fecha=15/06/2020), las condiciones señaladas, junto con las malas comunicaciones y el poco tiempo otorgado impidieron que algunos responsables de ejidos no lograran presentar las solicitudes  de apoyo. Por otro lado, organizaciones intermunicipales de Yucatán refieren a la complejidad de poder documentar los daños debido a que cuando llegan las autoridades de Protección Civil la gente ha recogido apiarios y otros daños.

Resulta urgente que, junto a las medidas de contención por la contingencia sanitaria, se complementen las particularidades señaladas en los mecanismos públicos para efectivizar la declaración de emergencia y se privilegie a los caminos rurales en la inversión de infraestructura, en lugar de seguir gastando en megaproyectos y trazados que comunican espacios urbanos globalizados e intensifican un modelo de desarrollo altamente depredador, injusto, desigual que, ante la gran crisis alimentaria por escasez augurada por la FAO, seguirá impactando a los países periféricos y en ellos a los sectores vulnerados. En esa dirección, es imperioso fortalecer actividades e iniciativas alimentarias de producción, transformación, compra comunitaria, distribución, comercialización  y consumo como las que, con mucho esfuerzo, realizan apicultoras y apicultores, milperos, pequeños productores en zonas rurales, periurbanas y urbanas y distintas manifestaciones de producción tradicional y agroecológica de la Península de Yucatán y otras regiones de México. Para ello, es necesario  buscar sinergias a fin de que entre distintas instancias –organizaciones sociales de base y apoyo, instituciones públicas, actores académicos comprometidos– avancemos firmemente en la construcción de alternativas al desarrollo más justas en términos sociales, económicos, ambientales, culturales y científicos.

[1] Investigadora Titular B, Departamento Sociedad y Cultura, El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Chetumal. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 2. Responsable del Grupo Académico Procesos culturales y construcción social de alternativas y co-coordinadora del Grupo de Trabajo de CLACSO “Trabajadorxs y re-producción de la vida”. Correo: magracia@ecosur.mx

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.